Un imprescindible: toallitas húmedas
Uno suele irse por los Cerros de Úbeda cuando se trata de perseguir la felicidad y no se da cuenta de que la tiene ante sus narices, de que quizá se trata del instante que está viviendo. Un instante, mas otro intante, mas otro... estos son los que conforman la felicidad.
Hoy disfruté de un momento de estos. Un día soleado, paseo por la playa. Tumbada en una hamaca en el Brighton Pier, sobre el mar y con vistas al mar. Suena una canción* que quizá complementa -o completa- el instante. Me percato de que realmente estoy disfrutando el momento y lo aprecio.
Y como todo encanto tiene su desencanto... Como todo hechizo es roto por el maleficio de la bruja... Este no iba a ser menos.
Estaba con los ojos cerrados pensando en mis cosas cuando de pronto sentí un taponacito en la parte interna de mis rodillas y, seguido, un calorcito diminuto que iba resbalando por mis piernas. Me sobresalté, abrí los ojos, me incorporé y miré. Todo ocurrió en décimas de segundo, desde el taponacito hasta que estaba incorporada y ví qué sucedía.
Una cagada de gaviota.
Hala, momento feliz al traste.
Lo típico, miras a los lados esperando que nadie se haya dado cuenta. Como cuando te caes en medio de una rambla un domingo de verano en que la gente no tiene otra cosa que hacer que pasear por la rambla. Te caes y esperas que nadie te haya visto. Pues yo igual con la necesidad del bicho volador. Bueno, recurro a mi bolso recordando que no me quedan pañuelos y diciéndome a mi misma "¡Algo habrá! ¡El fular aunque sea!". Cuando de pronto me viene la luz y recuerdo las toallitas húmedas. Porque no creo en aquel, si no diría benditas sean.
Y comienza a abordarme de nuevo la sensación de felicidad de la que vengo hablando. "Menos mal que ha sido en las piernas y no en el pelo o en la ropa...". "Menos mal que tengo toallitas, para que luego los varones se quejen del bolso de Mary Poppins que solemos llevar las hembras".
La conclusión final que hago es la siguiente: No sé qué probabilidades hay en la vida de que te cague una gaviota pero supongo que pocas y a mí ya me ha cagado. Así que supongo que ahora me toca seguir disfrutando de esos instantes con la esperanza de que, ahora, le caiga a otro.
* El título de la canción es casual. 'England', de The National. Estaba sonando, me percaté de lo bien que me sentía y miré el título.
Hoy disfruté de un momento de estos. Un día soleado, paseo por la playa. Tumbada en una hamaca en el Brighton Pier, sobre el mar y con vistas al mar. Suena una canción* que quizá complementa -o completa- el instante. Me percato de que realmente estoy disfrutando el momento y lo aprecio.
Y como todo encanto tiene su desencanto... Como todo hechizo es roto por el maleficio de la bruja... Este no iba a ser menos.
Estaba con los ojos cerrados pensando en mis cosas cuando de pronto sentí un taponacito en la parte interna de mis rodillas y, seguido, un calorcito diminuto que iba resbalando por mis piernas. Me sobresalté, abrí los ojos, me incorporé y miré. Todo ocurrió en décimas de segundo, desde el taponacito hasta que estaba incorporada y ví qué sucedía.
Una cagada de gaviota.
Hala, momento feliz al traste.
Lo típico, miras a los lados esperando que nadie se haya dado cuenta. Como cuando te caes en medio de una rambla un domingo de verano en que la gente no tiene otra cosa que hacer que pasear por la rambla. Te caes y esperas que nadie te haya visto. Pues yo igual con la necesidad del bicho volador. Bueno, recurro a mi bolso recordando que no me quedan pañuelos y diciéndome a mi misma "¡Algo habrá! ¡El fular aunque sea!". Cuando de pronto me viene la luz y recuerdo las toallitas húmedas. Porque no creo en aquel, si no diría benditas sean.
Y comienza a abordarme de nuevo la sensación de felicidad de la que vengo hablando. "Menos mal que ha sido en las piernas y no en el pelo o en la ropa...". "Menos mal que tengo toallitas, para que luego los varones se quejen del bolso de Mary Poppins que solemos llevar las hembras".
La conclusión final que hago es la siguiente: No sé qué probabilidades hay en la vida de que te cague una gaviota pero supongo que pocas y a mí ya me ha cagado. Así que supongo que ahora me toca seguir disfrutando de esos instantes con la esperanza de que, ahora, le caiga a otro.
* El título de la canción es casual. 'England', de The National. Estaba sonando, me percaté de lo bien que me sentía y miré el título.
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